A las 3am se despertó la Sra. Valdéz y sus sirvientes, por ruidos en el techo y el ladrido de un perro. Al asomarse por la ventana vio alrededor de 20 soldados armados.
Entraron a la casa y rompiendo la puerta de donde dormían los Pro dijeron: ¡Nadie se mueva!
Entonces el Padre Pro juntó a sus hermanos diciéndoles “Arrepiéntanse de sus pecados, como si estuvieran en la presencia de Dios” Y con voz entera pronunció la absolución sacramental.
Después les dijo en voz baja: “Desde ahora vamos ofreciendo nuestra vidas por la religión en México y hagámoslo los 3 juntos para que Dios acepte nuestro sacrificio”