Feliz por su próxima ordenación, el Hno. Pro obtuvo de sus Superiores el permiso de ir al Charleroi y ver con sus ojos las miseria de los obreros y darse cuenta de sus necesidades. Va con ansias de aprender, lo acompaña el Hno. José Amozurrutia.

Sin vacilar se sube a un tren donde los obreros viajan en vagones destinados para ellos. Los mineros sorprendidos, los miran en silencio.

Uno de ellos dice:

—Señor cura. ¿Sabe usted a dónde ha venido a caer?

—”No, pues, ¿en dónde?

—”Nosotros somos socialistas

—”¡Ah! Entonces he caído bien, pues yo también soy socialista”. Respondió el Hno. Pro

Entran en conversación de manera singular y el H. Pro además declara ser comunista y para demostrarlo dice al minero: “¡Todos los bienes son comunes! Y yo no he comido hoy, de modo que vengan esos alimentos que llevas.

Se ríen los obreros, se hacen amigos. Incluso le regalan una caja de chocolates. Al bajar todos le quieren estrechar la mano.

El Hno. Pro comentaba sobre Charleroi: “¿Obreros? ¡No! Aquello no es un pueblo, son dos, o tres. Eso sí: Todos socialistas, que no saludan o se ríen de las sotanas.