El P. Picard del Teologado le de Enghien con una caridad exquisita, toma resolución.
Los medios humanos para salvar la salud del P. Pro están agotados. Será un consuelo para él, morir en su patria y despedirse de los suyos hasta la eternidad. Le dice directamente “Regrese usted, a México, para morir en su patria”.
El P. Pro obedece, no sin antes hacer una escala en Lourdes, Francia, visita que cambiará su vida.
Con ese optimismo infalible, el P. Pro se expresa sobre tu regreso a México: “…en donde, tal vez, es muy probable, que puede ser, que de casualidad, se restablezca mi compósito beluino, agotado por tantos tajos, cuchilladas, inyecciones y aberturas.”