Del 8 al 31 de julio de 1926, de 5 am a 11 am y de 3 a 8 pm no hay sino asistencia al confesionario. Filas de personas deseaban recibir una palabra de aliento, los sacramentos, confesiones, inclusive casarse, pues ya era de todos conocido que se venían tiempos difíciles, en los que los templos serían cerrados y los sacerdotes perseguidos.

¿Cómo es que el P. Pro, soportó estas jornadas, después de haber estado tan enfermo?, él mismo nos lo dice: “¿Cómo resistí? ¿Cómo resisto? ¿Yo el dócil, yo el delicado, yo el interesante huésped de dos clínicas europeas…? Todo lo cual prueba con evidencia evidentísima que si no entrara el elemento divino, que sólo usa de mí como instrumento, yo ya hubiera dado al traste con todo