Escala en la Coruña, y luego hacia altamar, rumbo a sus obreros de México.
“Dios como siempre es mi padre que me mima. Soy el único sacerdote a bordo y he sido recibido por mis compatriotas de la manera más franca y amable. Todas las dificultades para la celebración de la Santa Misa se allanaros como por ensalmo. La comunión del primer viernes emocionó a todos los presentes: señoras, señores, niños y jóvenes en gran número se acercaron a la mesa eucarística.
Consciente de la situación política en México, piensa para sus adentros:
“¡Tres días más… y estaré en México! ¿Me dejaran entrar, siendo sacerdote y religioso? No lo sé, pero yo oro y confío”