Cuando el comandante de la policía, ordenó a la Policía Montada: “¡Posición de tiradores!” el Padre Pro, abrió los brazos en cruz, y cerró los ojos y permaneció así hasta el momento en que cayó al suelo moribundo. 

Escuchó las demás órdenes previas a la de ¡Fuego! sin cambiar de postura, sin que su rostro reflejara la menor emoción y solo se pudo observar el incesante movimiento de sus labios, musitando su plegaria.

¿Para cuándo son los hijos de Loyola, si al primer fogonazo se dan a la fuga?”

—P. Miguel Agustín Pro Juárez SJ