Doña Josefa, se encargó de todos los preparativos y la fiesta se dio cuando Miguel ya tenía los 7 años. Hubo una coincidencia, pues el Sr cura, don Mateo Correa, quien le dio la comunión al pequeño Miguel, sería un futuro mártir, muerto el 6 de febrero de 1927.
Además de la primera comunión, era el cumpleaños de Doña Josefa, por lo que fue un día de júbilo en el hogar.
De ese tiempo se recuerda lo dicho por el pequeño Miguelito: “Mamá, ¡yo quiero ir a una procesión que no se acabe nunca!”